Cuando una persona se altera emocionalmente tiende a pensar en forma ilógica; y esta actitud negativa puede afectar su salud física y mental.
Un problema emocional puede producir bloqueo, estancamiento y dificultades para seguir adelante, si se tiene poca tolerancia a la frustración y la tendencia a atribuirse toda la responsabilidad de los hechos.
Una experiencia negativa, que puede ser interna, externa y hasta imaginaria, puede alterar significativamente el estado de ánimo general.
En el momento que se viven esas experiencias el pensamiento comienza a elaborar creencias irracionales que atentan contra el logro de los objetivos propuestos, irrumpen en la mente ideas pesimistas que agrandan los problemas y hacen perder el entusiasmo y surgen sentimientos de desvalorización y culpa que terminan por convencer a la víctima de que nunca podrá alcanzar la meta.
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