Existen distintas maneras de revertir la deserción estudiantil; las soluciones más fáciles son las que apuntan a que los alumnos se reciban con el mínimo de exigencias y que favorece el facilismo, como sería si se implementa la posibilidad de que los alumnos puedan llevarse más materias previas para no perder el año; pero hay otras formas de encarar este problema tal vez no tan fáciles pero más operativas a largo plazo, que consisten en utilizar recursos más creativos.
Los profesores en general, no evalúan las faltas de ortografía, ni la caligrafía, que a veces les resulta ilegible, ni la forma de hablar vulgar e incorrecta.
Tanto ha bajado el nivel de educación también en los hogares que poco a poco nos estamos convirtiendo en una población casi analfabeta.
Estas medidas en estudio tendientes a flexibilizar aún más las exigencias, lejos de ayudar a evitar la deserción, la aumentará y también incrementará la desidia de los alumnos porque les permitirán estar más ocioso durante el año.
Lo que se aprende día a día es mucho más que una asignatura, porque el alumno teóricamente tiene que asistir todo el año y tendrá mayor oportunidad de socializarse y formarse.
En otros países, los alumnos que tienen bajo rendimiento tienen la posibilidad de asistir a clases de refuerzo para recuperarse fuera del horario habitual.
Otra de las causas que desaniman a los alumnos es que no saben estudiar.
Es importante que los profesores incluyan en cada materia, técnicas de estudios como parte de la asignatura que dicta y no en forma aislada; porque cada materia tiene un método adecuado de abordaje que facilita el aprendizaje. Estudiar metódicamente no solo mejorará el rendimiento sino que también le abrirá la posibilidad a los estudiantes de animarse a intentar cursar una carrera terciaria.
Lo ideal sería que cada profesor le enseñe a sus alumnos desde sus experiencias, cómo hacía él para estudiar esa materia.
Las estadísticas muestran que más del 60% del alumnado se lleva materias, que más del diez por ciento repite el año y que seiscientos mil chicos se quedan sin ir al colegio secundario.
Los alumnos necesitan un seguimiento atento durante el año y es necesario tener en cuenta la situación personal de los que tienen problemas familiares para brindarles el apoyo que necesitan, porque la mayoría de los problemas de deserción escolar son emocionales, no intelectuales.